Testimonio de
Elena Mª Butrón Ruiz, profesora del Colegio San Agustín de Chiclana de la Frontera y coordinadora de JAR Chiclana.
Recuerdo que desde hace muchos años quería vivir una
experiencia de voluntariado. Es algo que siempre estaba rondando mi cabeza
desde mi época universitaria
y que tan pronto como Fray Gustavo Camarena Lara llegó a Chicana de la Frontera, me aconsejó y guió para que esa
inquietud se hiciera realidad.
Todo un año de preparación: contactar con la
comisión de misiones de la
orden, ficha del voluntariado y carta de intenciones, viajes a Madrid, elegir
el lugar dónde vivir esa
experiencia, comprar los billetes, preparar la maleta y… llegar a Ciudad de los Niños.
No voy a negar que estaba nerviosa;
dejaba toda mi rutina, mi país, mi familia y mis
amigos para vivir durante más o menos 40 días en CDN, sin saber exactamente cuál iba a ser mi labor allí (ya que iba totalmente dispuesta hacer lo que se necesitara), cómo me iba sentir, cuál
sería mi relación con los muchachos, con los dones y doñas, con los trabajadores, con los frailes…
Pero pronto todos mis nervios
desaparecieron. No hay nada mejor que pasar las dos primeras horas de tu
llegada al país en una “buseta" haciendo un intensivo del idioma “tico” con un grupo de
muchachos integrantes de la JAR. Ahí
me di cuenta de lo especiales que son y de que mi estancia en CDN iba a ser
inolvidable.
Al día siguiente, tocaba reunión para coordinar el trabajo. Nos pedían ayuda desde el área
de proveeduría y en el colegio.
Así que fui hablando con cada uno de los
responsables para organizar el horario. A medida que pasaban los días, desde otros ámbitos también me pedían ayuda (clases de
apoyo y convivencias), todo lo que estuviera en mi mano tenía que hacerlo, para eso había ido. Pero lo que más
me gustaba era cuando llegaba las 4:30 de la tarde y podía compartir mi tiempo con los muchachos. Charlas en los escalones
de Limón o en algún banco del quiosco, clases de baile, celebración de algún cumpleaños, ayudar con algún
extra-clase, música en vivo, ver
algún entrenamiento, estar en cómputo y ayudarles en lo que necesitaran…
Los días pasaban y pasaban rápidos.
Los tuyos te echaban de menos y les contabas todo lo que hacías pero recalcando que lo mejor eran los muchachos, que son
especiales, que están hechos de otra
pasta. Cada día que pasaba me
sentía más llena, que poco a poco me dejaban entrar en sus corazoncitos y
formar parte de esa gran familia que forma CDN.
Gracias a cada uno de los
trabajadores de la CDN por su dedicación y entrega. Por estar siempre dispuestos a ayudarme y resolver
cualquier duda. A todos los dones y doñas por su confianza, cariño y por esos jugos, frutas o yuca frita que tan bien sentaba a la
mitad del reparto. En especial a Betty
por su cariño y su gallopinto,
a Jaime por alegrarme las mañanas con su música española, a Caleb por la
comida fuera de hora y las recetas, a Freddie por enseñarnos tanto sobre Costa Rica (¿Ya mataste a la que mataba?) y las clases de baile que tanto bien
hacen a todos, a Enrique por las risas y confidencias en el carro mientras hacíamos el reparto… Y sobre todo a Diego Cedeño, mi apoyo, confidente y hoy por hoy, amigo. Sin ti mi paso por
la CDN no hubiera sido el mismo. Gracias de todo corazón.
No quiero terminar si antes recordar
cada momento vivido junto a la JAR CDN. La primera reunión donde me presenté
y la cantidad de preguntas que respondí, el día nacional de la
juventud en Pérez Zeledón dónde tuve la suerte
de conocer a otros integrantes de Jar El Carmen, la hora santa y como olvidar
la romería desde San José a la Basílica de Cartago.
Cada uno de esos momentos estarán
en mi memoria siempre. Al igual que cada anécdota por utilizar palabras incorrectas (nunca olvidaré vuestras caras mientras preguntaba si alguien quería “confeti” jajaja).
Volviendo la vista atrás, todavía recuerdo aquellas
palabras en el encuentro de voluntariado en el mes de noviembre del 2014 dónde dijeron que CDN es un lugar mágico, es algo que no se puede explicar, hay que vivirlo. Ahora que
he estado allí, lo reafirmo, un
lugar mágico donde te roban
el corazón la sonrisa, la
fuerza y el cariño de los muchachos.
Una parte de mí se ha quedado allí, al igual que yo me he traído un pedacito de cada uno de vosotros en mi corazón. Vosotros sois lo importante y la esencia de CDN.
Ahora, a 5 días de mi vuelta, no hay momento en el día en el que no me acuerde de vosotros, vivo enganchada al móvil para mantener el contacto, y mi muñeca y mi habitación
están llenos de todos los detalles que recibí. Como os dije, la distancia no hace el olvido y os seguiré apoyando.
Personalmente, hay un antes y un
después en mi vida tras
mi paso por CDN. Animo a todos aquellos que tengan curiosidad por el
voluntariado a que lo hagan, que sean valientes, que lo que van a recibir es mucho
más de lo que puedes imaginar.
Gracias de nuevo a todos los que han
hecho posible esta experiencia y a todas las personas maravillosas con las que
he compartido algún momento de mi
aventura en Costa Rica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario